This statement is a youth-created and translated piece by Harrison Tran and Vivian Ortiz, members of Deep’s Action Research Team.

We grieve with the families who have lost their kids, the teachers who have lost their coworkers, and a community afflicted with such a terrible tragedy. No one should ever have to receive the call that their child was shot because a man decided to obtain an AR-15 and maliciously attack an elementary school.  These senseless attacks at the hands of legally obtained assault weapons are not limited to children in schools– the Tops supermarket shooting in Buffalo, New York; the Geneva Presbyterian Church. Both of these shootings were either racially or ethnically motivated; the shooter targets Black folk at the supermarket and Taiwanese members of the Presbyterian church. The use of these fatal weapons is a widespread epidemic across the nation. 

Shootings like these are an exclusively American event. Here in Savannah, a fifteen-year-old girl was shot and killed at the Kayton-Fraser Homes; shootings take place in the communities in which some of our own students live. Gun violence has almost become ”normal.” And in that fact, normalcy doesn’t push us to act with a sense of urgency and priority. From the school shootings to the mass shootings to the neighborhood shootings, gun violence is everywhere, and we’ve seemingly accepted it as an everyday occurrence. 

We empathize with the grieving families because we understand that tragedies like these could have been prevented. No other country has experienced school shootings at the volume at which the United States has. It’s a constant cycle: shooting, thoughts and prayers, mourning, publicity stunts by corporations, the “debate,” death in conversation, restart. 

Legislators may give their thoughts and prayers, but they don’t mean anything if there isn’t action. 21 out of the 50 states require an individual to undergo background checks or obtain a permit before ever laying their hands on a weapon. Lawmakers have shunned the idea of addressing the root cause of these problems: Guns. Mental health isn’t the problem; immigration isn’t the problem; guns are the problem. People on platforms like 4Chan and Twitter have begun to label the shooter as trans and undocumented. Neither of these claims is true and perpetuates forms of scapegoating. The continuous attack on these marginalized communities doesn’t solve the issue of mass shootings in America. 

States like Texas and Georgia have made it far easier for an individual to purchase a weapon. The same lawmakers who promised to eventually “raise the juvenile code age” so that young folk could be treated with dignity are the same people who swiftly attempted and successfully passed constitutional carry. We have to ask: why can an 18-year-old purchase an assault weapon but not a bottle of wine? It is absurd that one can purchase a military-grade weapon in this social climate. The time to act is now. We can’t have another El Paso; we can’t have another Parkland; we can’t have another Sandy Hook; we can’t keep having families arrange funeral plans for their children.

Congress must swiftly pass gun legislation and gun reform: Intense universal background checks are needed; safe storage laws must be enacted; stopping the sale of AR-15s and assault weapons in the United States is a must; red flag laws should be written and signed into law by the President. We can stop these senseless attacks on our children.

As citizens of the United States, we put our elected officials into their places of power to do good for their constituents. They don’t deserve their spot if they cannot support legislation that prevents and stops the next mass shooting.


Declaración de la juventud sobre la continuación de la violencia armada

Nos afligimos con las familias que han perdido sus hijos, los maestros que han perdido a sus compañeros de trabajo y con la comunidad que ha sufrido una tragedia tan terrible. Nadie debería tener que recibir la llamada diciéndo que su hijo recibió un disparo porque un hombre decidió obtener un arma de fuego y atacó, maliciosamente, una escuela primaria. Estos ataques sin sentido llevados a cabo con armas de asalto, obtenidas legalmente, no se limitan a los niños en las escuela; el tiroteo en el supermercado Tops Friendly Markets en Buffalo, Nueva York, la iglesia Presbiteriana de Ginebra (Geneva). Ambos tiroteos fueron racial o étnicamente motivados. El tirador atacó a personas afroamericanas en el supermercado y a miembros taiwaneses de la iglesia Presbiteriana. El uso de estas armas letales es una extensa epidemia en todo el país.

Tiroteos como estos son eventos exclusivamente estadounidenses. Aquí en Savannah, una niña de quince años fue asesinada a tiros en los hogares de Kayton-Fraseri; los tiroteos ocurrieron en las comunidades donde algunos de nuestros estudiantes de WREP (Programa de Enriquecimiento de Preparación para el trabajo) viven. La violencia armada casi se ha vuelto “normal”. En ese hecho, la normalidad no nos empuja a actuar con un sentido de urgencia y prioridad. Desde los tiroteos en las escuelas a los tiroteos masivos y los tiroteos en el vecindario, la violencia armada está en todas partes y ,aparentemente, la hemos aceptado como algo cotidiano.

Empatizamos con las familias en duelo en Uvalde, porque entendemos que tragedias como estas podrían haberse evitado. Ningún otro país ha experimentado tiroteos escolares en el volumen al que lo han hecho los Estados Unidos. Es un ciclo constante: disparos, pensamientos y oraciones, luto,trucos publicitarios por parte de las corporaciones, el “debate”, la muerte de la conversación y empezar de nuevo. 

Los legisladores pueden dar sus pensamientos y oraciones, pero no significan nada si no hay acción. 21 de los 50 estados requieren que un individuo se someta a controles de antecedentes u obtenga un permiso antes de poner en sus manos un arma. Los legisladores han rechazado la idea de abordar la causa raíz de estos problemas, las armas. La salud mental no es el problema, la inmigracion no es el problema, las armas son el problema. La gente en plataformas como 4Chan y Twitter han comenzado a clasificar al tirador como transgénero e indocumentado. Ninguna de estas afirmaciones es verdadera y perpetúa el uso de  víctimas expiatorias. El contínuo ataque a estas comunidades marginadas no resuelve el problema de los tiroteos masivos en los Estados Unidos.

Estados como Texas y Georgia han hecho mucho más fácil que un individuo pueda comprar un arma. Los mismos legisladores que prometieron “elevar la edad del código juvenil” para que los jóvenes pudieran ser tratados con dignidad, son las mismas personas que rápidamente intentaron y pasaron con éxito la aprobación de el porte constitucional. Tenemos que preguntar: ¿Por qué un niño de 18 años puede comprar un arma de asalto pero no una botella de vino? Es absurdo que uno pueda comprar un arma de grado militar en este clima social. El momento de actuar es ahora. No podemos tener otro El Paso, no podemos tener otro Parkland, no podemos tener otro Sandy Hook; no podemos seguir teniendo familias arreglando planes funerarios para sus hijos.

El congreso debe aprobar rápidamente la legislación sobre armas de fuego y la reforma de armas; se necesitan extensos controles de antecedentes universales,  se deben promulgar leyes de almacenamiento seguros,es necesario detener la venta de armas de fuego y armas de asalto en los Estados Unidos, el presidente debe escribir y firmar leyes de bandera roja. Podemos detener estos ataques sin sentido contra nuestros niños. Como ciudadanos de los Estados Unidos,nosotros ponemos a nuestros funcionarios electos en sus puestos de poder para hacer el bien por sus electores. Ellos no merecen su lugar en el congreso si no pueden apoyar una legislación que impida y detenga el próximo tiroteo masivo.